Cómo Maimónides salvó a los judíos de Yemen
por Avi Abrams
Publicado en Aish Latino
Maimónides, el más grande rabino y erudito de Torá de la Edad Media, salvó a los judíos de Yemen de la conversión forzada y el martirio.
En el siglo VII, el islam se expandió desde la península arábiga cuando los ejércitos musulmanes conquistaron gran parte de Medio Oriente, África del Norte y España. Los judíos de esas regiones quedaron sujetos a un estatus religioso minoritario bajo las dinastías islámicas recién establecidas. Los judíos, así como otras religiones reconocidas en ese momento, se convirtieron en «dhimmis» o «gente del libro», lo que les otorgaba «protección estatal» y «libertad de religión» a cambio del pago de un impuesto anual denominado «jizya«.
Si bien a los judíos, en general, se les permitió gobernar sus propias comunidades de acuerdo con sus propias leyes, con el tiempo se introdujeron varias regulaciones que transformaron a las minorías dhimmi en ciudadanos de segunda clase. A los dhimmis, incluidos los judíos, se les prohibió ocupar cargos públicos y portar armas. Los judíos solo podían montar burros, mientras que los musulmanes tenían el privilegio de montar caballos y camellos. Asimismo, los judíos debían caminar descalzos al entrar en una ciudad o pueblo musulmán. No se podían construir sinagogas más altas que las mezquitas, e incluso las casas judías debían construirse en niveles inferiores a las casas musulmanas. Las plegarias judías debían hacerse en voz baja para que no fueran escuchadas en público.
A los judíos y otras minorías religiosas les dieron dos opciones: convertirse al islam o enfrentar la ejecución inmediata. En algunos casos, se permitía una tercera opción de exilio.
Los judíos no podían defenderse legalmente contra los ataques de musulmanes ni testificar en la corte contra un musulmán. Debían usar vestimentas designadas especialmente para distinguirlos como una minoría religiosa inferior. Tanto la conversión al judaísmo como la crítica al islam eran castigadas con la muerte.
A pesar de estas condiciones, los judíos lograron mantener sus comunidades en el mundo musulmán. Sin embargo, durante el periodo de las Cruzadas en el siglo XII, varias dinastías islámicas abolieron el «estatus protegido» de los judíos. Ya no era posible practicar el judaísmo como ciudadanos de segunda clase dentro de la sociedad musulmana. A los judíos y otras minorías religiosas les dieron dos opciones: convertirse al islam o enfrentar la ejecución inmediata. En algunos casos, se permitía una tercera opción de exilio.
Esa fue la opción que eligió la familia de Maimónides cuando la dinastía fundamentalista almohade invadió España desde África del Norte en 1148. Cuando tenía 10 años, él y su familia huyeron de España a Marruecos y finalmente llegaron a Egipto. La erudición de Maimónides era bien conocida, y llegó a ocupar el cargo de Naguid (lo que hoy llamaríamos el Gran Rabino de Egipto). Además de sus responsabilidades en los asuntos judíos, Maimónides también tuvo una carrera como médico que fue tan exitosa que lo llevó a convertirse en el médico personal del famoso guerrero musulmán Saladino. En ese entonces, Saladino era el sultán del vasto imperio ayubí con base en El Cairo, cuyos límites se extendían desde Turquía en el norte hasta Arabia en el sur.
Durante este periodo, Yemen estaba bajo el control de tribus chiitas locales que luchaban violentamente por el poder. Entre 1163 y 1173, tomó el poder en amplias zonas de Yemen un líder chiita particularmente despiadado llamado Abd al-Nabi e impuso la forma más estricta de la ley islámica en sus territorios conquistados. Tal como la dinastía almohade había impuesto la persecución religiosa en España, Abd al-Nabi implementó un decreto similar sobre los judíos de Yemen. Muchas comunidades judías en el país fueron sistemáticamente obligadas a elegir entre el islam o la muerte. Bajo esta presión, muchos judíos abandonaron su fe.

Un judío yemenita en la colonia norteamericana- 1900.
Cortesía de la Biblioteca del Congreso de Washington D.C.
(Copia de la imagen, Museo de los judíos de Yemen, Rejovot, Israel)
Para empeorar las cosas, debido al sufrimiento que estaban experimentando los judíos de Yemen en ese momento, aumentó el anhelo de redención, y este sentimiento fue aprovechado por un falso Mesías judío. (Maimónides no menciona su nombre, ni se encuentra en ninguna otra fuente histórica. Un Rabino parece creer que el falso Mesías fue Samawal al-Maghribí, autor de Refutación de los judíos, pero no hay pruebas históricas de ello). Este individuo afirmaba que la providencia Divina fusionaría las religiones del judaísmo y el islam, y utilizaba pasajes bíblicos para «probar» su condición de profeta. Él logró atraer seguidores entre los judíos que ya habían sucumbido a la conversión al islam, así como entre aquellos que hasta ese momento se habían resistido.
El creciente movimiento encendió las alarmas de uno de los principales líderes judíos de Yemen, Rav Iaakov ben Natanel, quien temía que tanto la herejía como la apostasía representaran una amenaza directa para la supervivencia del judaísmo en Yemen. Decidió entonces pedir consejo y orientación al mayor erudito de la Torá y líder judío de la época: Maimónides. En 1173, Rav Iaakov escribió una carta en la que exponía las dificultades que enfrentaban los judíos de Yemen y solicitaba ayuda, guía y sabiduría.
Tras leer el informe enviado por Rav Iaakov, Maimónides respondió no solo basándose en la ley judía, sino también desde su propia experiencia personal, ya que había enfrentado una situación similar en su vida. Él comprendió tanto la necesidad de elevar el ánimo de la comunidad como la importancia de refutar las falsas pruebas presentadas por el supuesto Mesías. Luego de redactar cuidadosamente una carta detallada, Maimónides la envió a través de la ruta marítima del Mar Rojo, desde Egipto hasta el puerto de Adén (en el sur de Yemen), donde el mensaje fue entregado directamente a Rav Iaakov.
En la carta, Maimónides aborda la raíz del antisemitismo, que en esencia es la envidia de las naciones hacia el pueblo judío por haber sido elegido como el único receptor de la Torá.
En la carta, Maimónides aborda la raíz del antisemitismo, que en esencia es la envidia de las naciones hacia el pueblo judío por haber sido elegido como el único receptor de la Torá. La creación de nuevas religiones fue un intento de apropiarse de la relación especial que el pueblo judío tiene con el Todopoderoso. Toda la persecución y el sufrimiento de los judíos no son una señal del descontento Divino, sino que existen para poner a prueba nuestra lealtad, como ocurrió en el desierto en tiempos de Moshé. Todos los judíos vivos hoy son descendientes de aquellos que sobrevivieron siglos de genocidio e intentos de conversión forzada y que, generación tras generación, tomaron la firme decisión de observar la Torá. Al aferrarnos a la Torá, continuamos existiendo como una nación eterna que sobrevive a todos los imperios, culturas y civilizaciones. Los acontecimientos que estaban ocurriendo en Yemen y en el mundo judío fueron predichos hace siglos en los libros de la Biblia.

Epístola a los judíos de Yemen, Varsovia 1837
Maimónides procedió entonces a refutar los argumentos del supuesto Mesías de que el judaísmo debía, de algún modo, sincronizarse con el islam, desacreditando su metodología de interpretación. Por ello, declaró que el llamado Mesías era un charlatán y aconsejó a todos que se alejaran de él, lo que en efecto resultó en su excomunión. Al mismo tiempo, enfatizó el principio de fe según el cual el verdadero redentor llegaría en un momento determinado en el futuro. También enumeró todas las calificaciones específicas necesarias para que un individuo pudiera ser considerado una posible figura mesiánica, así como los factores indispensables para que alguien fuera confirmado como el verdadero Mesías judío, tal como lo predijeron los profetas de Israel.
Rav Iaakov quedó tan impresionado con la respuesta de Maimónides que copió personalmente la carta decenas de veces y la envió a todas las comunidades judías de Yemen. La carta fue leída públicamente en las sinagogas de todo el país y recibió grandes elogios por parte de la multitud. Su impacto hizo que el orgullo judío resurgiera con gran fervor y que el compromiso con el judaísmo tradicional se revitalizara con un renovado sentido de propósito.
Los seguidores del falso Mesías lo abandonaron y, posteriormente, las autoridades musulmanas lo arrestaron y ejecutaron. Hubo una renovada determinación para resistir la presión de convertirse al islam. Incluso a aquellos judíos que previamente se habían convertido al islam se les permitió reintegrarse a la comunidad judía, basándose en las enseñanzas que Maimónides aclaró en su carta. La misiva llegó a conocerse como Igueret Teimán (La epístola de Yemen) y se difundió por todo el mundo judío como una obra clásica de la literatura rabínica.

La Sinagoga Ben-Ezra, en el Cairo Viejo, Egipto, 
donde se encontró la Guenizá (archivo de documentos)
Además de inspirar y fortalecer a la comunidad judía de Yemen con sus palabras, Maimónides también fue un hombre de acción. Aprovechando su estrecha relación personal con Saladino, compartió con el gobernante musulmán la difícil situación de los judíos de Yemen, quienes estaban bajo el dominio de sus opositores, los chiitas. Saladino era conocido por suavizar las leyes de dhimmi y permitir a los judíos vivir con mayor igualdad dentro de su imperio musulmán. Él no podía comprender que los judíos fueran maltratados en Yemen en nombre del islam.
Además, Maimónides presentó a Saladino un plan práctico para conquistar Yemen e integrarlo en su imperio ayubí. No se trataba sólo de liberar a los judíos, sino que la campaña incluiría la conquista de las ciudades santas del islam (La Meca y Medina), lo que le otorgaría legitimidad y prestigio dentro del mundo musulmán. La conquista de Yemen también serviría como un punto estratégico para controlar la ruta marítima entre Egipto y la India.
Ahora sabemos, gracias a los descubrimientos en la Guenizá de El Cairo, que la correspondencia entre los rabinos de Egipto y la comunidad judía de Yemen continuó durante generaciones después de la Epístola de Yemen.
Saladino aceptó el plan, pero debido a la repentina muerte de su padre, no pudo liderar personalmente la campaña. En su lugar, encargó la tarea a su hermano, Turan Shah, quien dirigió con éxito una fuerza militar que sometió toda oposición en aquella tierra lejana y extendió el imperio ayubí hasta las costas del mar Arábigo. Para 1174, los judíos de Yemen estaban bajo el gobierno de Saladino y toda la persecución religiosa llegó a su fin.

La Guenizá de El Cairo
La correspondencia entre Maimónides y los líderes de la comunidad judía de Yemen continuó a lo largo de su vida. Eventualmente, Maimónides envió a Rav Iaakov una copia de su obra clásica, Mishné Torá, la primera codificación completa de la ley judía en el mundo. Este texto fue copiado y difundido entre los judíos de Yemen, quienes lo integraron en sus ciclos regulares de estudio de la Torá y el Talmud. Aunque en la actualidad casi todos los judíos observantes practican la ley judía en la vida cotidiana de acuerdo con el Shulján Aruj (una codificación posterior de la ley judía escrita por Rav Iosef Karo en el siglo XVI), los judíos yemenitas todavía practican su judaísmo según el Mishné Torá de Maimónides, escrito en el siglo XII. Ahora sabemos, gracias a los descubrimientos en la Guenizá de El Cairo, que la correspondencia entre los rabinos de Egipto y la comunidad judía de Yemen continuó durante generaciones después de la Epístola de Yemen.
Los judíos yemenitas estaban tan agradecidos por la guía y el apoyo de Maimónides que incluyeron su nombre en la plegaria del Kadish, lo que hasta hoy forma parte del sidur (libro de oraciones) yemenita:
«Que establezca Su reinado… en vuestra vida y en la vida de toda la Casa de Israel y en la vida de nuestro maestro Moshé ben Maimón [Maimónides]».
Los judíos yemenitas son famosos por haber preservado mejor que nadie las tradiciones judías que datan de tiempos bíblicos, y gracias a la orientación espiritual y la intervención política de Maimónides, pudieron mantener y resguardar su identidad judía hasta la época moderna.
En la colección BIBLIOTECA NUEVA SEFARAD encontraras varias de las obras de Maimónides, entre otras la Carta a los judíos de Yemen
 
        
         
								 
				
